Cuando pensamos en el desarrollo de un niño o una niña, muchas veces nos vienen a la cabeza frases como:
“¿Todavía no camina?”
“El mío ya dice mamá y papá”
“A esta edad ya debería…”
Es fácil caer en la trampa de medir el desarrollo infantil como si fuera una lista de logros visibles que deben alcanzarse en un tiempo determinado. Pero el desarrollo es mucho más que lo que “se ve”.
En este post queremos contarte qué es realmente el desarrollo infantil… y qué no lo es.
Lo que no es el desarrollo infantil
Muchas creencias comunes giran en torno a los hitos visibles, como:
- Caminar
- Hablar
- Comer solo
- Dejar el pañal
- Leer, escribir, contar
Claro que estos logros forman parte del desarrollo, pero si nos centramos únicamente en ellos, corremos el riesgo de pasar por alto algo fundamental: todo lo que ocurre antes y alrededor de esos hitos también es desarrollo.
Además, cuando los usamos como indicadores rígidos o motivo de comparación entre niños, pueden generar angustia, presión innecesaria y, a veces, incluso intervenciones inadecuadas.
Entonces, ¿qué es el desarrollo infantil?
El desarrollo infantil es un proceso progresivo, global, único e interdependiente.
- Progresivo: porque avanza poco a poco, de forma continua.
- Global: porque incluye todas las áreas: motora, cognitiva, emocional, social, comunicativa…
- Único: porque cada niño y cada niña tiene su propio ritmo y estilo de desarrollo.
- Interdependiente: porque todas las áreas están conectadas entre sí.
No hay una línea recta ni una única forma de crecer. Algunos bebés gatean antes de sentarse bien. Otros no gatean nunca y pasan directamente a caminar. Algunos balbucean mucho antes de decir palabras reconocibles. Otros observan en silencio y, de repente, sueltan frases completas.
Y todo eso es normal.
¿Qué está pasando cuando “parece que no pasa nada”?
Imagina a un bebé de 4 meses tumbado boca arriba, que no rueda, no se sienta, no gatea, no camina…
A simple vista podríamos pensar: “todavía no hace nada”. Pero si nos detenemos a observar con atención, veremos que:
- Se gira hacia los sonidos
- Juega con sus manos
- Explora su cuerpo
- Observa con curiosidad
- Se comunica con gestos, sonidos y miradas
- Responde a la voz de su figura de apego
Es decir: está desarrollándose constantemente, aunque aún no lo exprese con grandes movimientos o palabras. Cada mínima experiencia cuenta.
El desarrollo no siempre se ve, pero siempre está ocurriendo
En Movimentes decimos a menudo que el desarrollo empieza mucho antes de que se note, y sigue mucho después de que lo des por “hecho”.
Por ejemplo:
- Antes de caminar, hay que rodar, reptar, gatear, impulsarse, mantener el equilibrio, sentir el cuerpo en el espacio…
- Antes de hablar, hay que escuchar, observar, experimentar sonidos, vincular significado, comprender turnos…
- Antes de escribir, hay que fortalecer las manos, coordinar movimientos, explorar formas, dominar el trazo…
Cada etapa es una base para la siguiente.
Y si aceleramos ese proceso o lo forzamos desde fuera, corremos el riesgo de entorpecerlo o de que no se consolide bien.
El papel del adulto: acompañar sin interferir
Como personas adultas, nuestro rol es acompañar, observar, sostener… y confiar.
Confiar en el ritmo único de cada peque.
Confiar en sus capacidades internas.
Confiar en que, cuando el entorno es seguro y estimulante, el desarrollo se despliega de forma natural.
Esto no quiere decir “no hacer nada”. Al contrario: significa ofrecer presencia, disponibilidad, tiempo, espacio y vínculo.
Y si hay señales de alerta… ¿qué hacemos?
También es importante saber que, aunque cada niño o niña tenga su propio ritmo, hay ciertos signos que pueden indicarnos que algo no está yendo del todo bien. Y detectarlo a tiempo es fundamental.
En esos casos, no se trata de etiquetar ni de intervenir por intervenir. Se trata de observar con profesionalidad, buscar orientación especializada y ofrecer apoyos que realmente respeten el ritmo y las necesidades del niño o la niña.
En resumen
El desarrollo infantil no es una carrera.
No es una lista de logros.
No se puede medir en meses exactos.
Y, sobre todo, no se puede forzar.
Es un proceso rico, complejo, lleno de conexiones invisibles.
Como las raíces que crecen bajo la tierra, silenciosamente, preparando al árbol para florecer.
¿Te gustaría seguir aprendiendo sobre desarrollo infantil?
En Movimentes ofrecemos recursos, formaciones y acompañamiento para familias y profesionales que quieren crecer junto a sus peques desde un enfoque respetuoso, corporal, emocional y consciente.