Patrones básicos de movimiento de 1 a 6 años: el cuerpo también aprende
Entre el primer y el sexto año de vida, el movimiento no es solo un medio para desplazarse: es la base del aprendizaje, del desarrollo cognitivo, emocional y social.
Durante esta etapa tan intensa, los niños y niñas descubren su cuerpo, experimentan con sus posibilidades, entrenan su equilibrio, fortalecen su musculatura y desarrollan una coordinación cada vez más afinada. Todo esto ocurre a través del juego, la exploración y el movimiento libre.
¿Qué son los patrones básicos de movimiento?
Los patrones motores básicos son aquellas habilidades motrices fundamentales que sirven de base para adquirir movimientos más complejos. Incluyen acciones como:
Caminar
Correr
Saltar
Lanzar
Rodar
Trepar
Gatear (en edades tempranas)
Mantener el equilibrio
Estos patrones se desarrollan de forma progresiva y natural, siempre que el entorno permita al niño moverse libremente y experimentar sin prisas ni interrupciones constantes.
De 1 a 6 años: una evolución en movimiento
A continuación, te presentamos una clasificación orientativa de los principales patrones de movimiento según la edad. Es importante recordar que cada niño tiene su ritmo, y lo que importa es acompañar su desarrollo sin comparar ni forzar.
1 año
Camina con apoyo o ya de forma independiente.
Se agacha y se vuelve a levantar.
Empuja objetos o arrastra juguetes.
Comienza a trepar (sofás, escaleras, etc.).
Disfruta explorando el entorno con todo su cuerpo.
Acompañamos ofreciendo espacios seguros para moverse, descalzo/a y sin restricciones innecesarias.
2 años
Corre (aún con poca coordinación).
Sube y baja escalones con ayuda.
Se lanza a saltos cortos y torpes.
Trepa con más seguridad.
Comienza a lanzar pelotas con ambas manos.
Facilitamos zonas blandas y retos motores sencillos, sin exigir precisión.
3 años
Corre con mayor control.
Salta con ambos pies.
Se mantiene en equilibrio durante unos segundos.
Pedalea en triciclo.
Lanza y patea con más intención.
El juego libre en el parque o en la naturaleza ofrece los mejores estímulos: troncos, rampas, charcos…
4 años
Sube y baja escaleras alternando los pies.
Salta obstáculos pequeños.
Rueda por el suelo con intención lúdica.
Trepa estructuras con agilidad.
Mejora la coordinación ojo-mano en el lanzamiento.
Las actividades rítmicas, los circuitos sensoriales y los juegos de equilibrio les encantan y les retan.
5 años
Domina la carrera, el salto y el equilibrio estático.
Puede montar en bici con ruedas (¡o sin ellas!).
Cambia de dirección y ritmo con facilidad.
Controla mejor su cuerpo en el espacio (esquema corporal).
Disfruta de juegos cooperativos de movimiento.
Invita al movimiento creativo, a las coreografías, a juegos en grupo y a nuevas formas de desplazarse.
6 años
Perfecciona los patrones básicos y empieza a combinarlos.
Salta a la pata coja y cambia de ritmo al correr.
Puede participar en actividades deportivas básicas.
Mejora su coordinación fina y gruesa.
Tiene mayor conciencia postural y control motor.
Ahora el reto está en integrar lo aprendido sin dejar de disfrutar. El movimiento sigue siendo juego, no competición.
El movimiento es la base del desarrollo global
Cada pequeño avance en el cuerpo prepara al niño para futuros aprendizajes: escribir, leer, razonar, interactuar con otros, resolver problemas…
Cuando permitimos que los niños se muevan libremente, sin interferencias innecesarias (como sillas limitantes, exceso de pantallas o correcciones constantes), les damos el mejor regalo: confianza en su cuerpo, en sus capacidades y en sí mismos.
¿Cómo acompañar estos patrones desde casa o la escuela?
Ofrece tiempo y espacio para el juego libre al aire libre.
Evita la sobreestimulación con actividades dirigidas o sedentarias en exceso.
Confía en el ritmo natural del niño y no aceleres procesos.
Acompaña con presencia, sin invadir ni interrumpir su exploración.
Respeta los movimientos espontáneos, aunque no sean “perfectos”.
Proporciona materiales que inviten al movimiento (colchonetas, rampas, pelotas, cajas, cuerdas, telas…).
En Movimentes lo tenemos claro:
El cuerpo también aprende.
Y lo hace a su manera, con sus tiempos, sus juegos, sus caídas y sus descubrimientos.
Por eso, defendemos un acompañamiento respetuoso del desarrollo motor, donde el movimiento no es corregido ni dirigido desde fuera, sino vivido y disfrutado desde dentro.







